sábado, 21 de mayo de 2011

CALCULOS O LITIASIS BILIAR

         

Dr. Lorenzo Orellana Luna.- La litiasis biliar, comúnmente conocida como cálculos biliares o colelitiasis son acrecencias de materias sólidas que se forman en la vesícula biliar. Pueden ser tan pequeños como granos de arenilla o, en ocasiones excepcionales, tan grandes que ocupan toda la vesícula. La mayor parte, sin embargo, suelen ser de tamaño intermedio, es decir de menos de 20 mm, aproximadamente una pulgada.

Hay dos clases principales de cálculos biliares:

1. Los de colesterol, compuestos en su mayor parte por esa sustancia, que representan alrededor del 80% de todos los casos diagnosticados en los Estados Unidos.

2. Los pigmentarios, constituidos en su mayor parte por sales cálcicas de pigmentos biliares y otros compuestos, a los que corresponde el 20% restante de los casos diagnosticados.

Puesto que la mayoría de los pacientes tienen cálculos de colesterol, es posible tratarlos sin recurrir a intervención quirúrgica. La clase de cálculo es importante, ya que sólo los cálculos de colesterol pueden tratarse por métodos no quirúrgicos.

COMPLICACIONES

  En muchos pacientes, los cálculos permanecen "mudos," es decir asintomáticos y plantean pocos problemas de importancia. No obstante, cuanto más tiempo hayan estado presentes, mayor será la probabilidad de que causen complicaciones. En un paciente determinado, la probabilidad de que un cálculo mudo produzca malestar es de aproximadamente el 3% por año. Así pues, al cabo de 20 años la mayor parte de las personas que tienen cálculos asintomáticos acabarán por experimentar síntomas. Una vez aparecidos, los síntomas persisten. Y si el problema afecta a personas mayores, el tratamiento puede hacerse mucho más difícil, sobre todo si la persona tiene otros problemas médicos.

A medida que aumentan de tamaño, los cálculos pueden obstruir el orificio de salida de la vesícula biliar y con ello dar lugar a trastornos de carácter serio. La obstrucción puede comenzar en forma gradual u ocasional, acompañada de inflamación de la vesícula (colecistitis crónica), y terminar en obstrucción total, con inflamación aguda de la vesícula (colecistitis), cuadro que exige intervención quirúrgica.
Pueden producirse otras complicaciones cuando los cálculos obstruyen el conducto biliar común (colédoco) que conduce al intestino. Es también posible la infección de los conductos biliares (colangitis aguda), que se acompaña de escalofríos y fiebre. Los pigmentos biliares se acumulan a veces en la sangre, produciendo ictericia, que se manifiesta por una coloración amarillenta de la piel. Puede asimismo ocurrir una inflamación aguda del páncreas (pancreatitis). Si el conducto biliar permanece obstruido durante un período prolongado, el hígado se daña, pudiendo sobrevenir la insuficiencia hepática e incluso la muerte. En raras ocasiones, pasan al intestino delgado cálculos grandes, que forman obstrucciones cerca de la unión entre el intestino delgado y el grueso.

SINTOMAS

Son muchas las personas que, teniendo cálculos biliares, carecen de síntomas. Cuando los síntomas se hacen evidentes, la persona portadora de cálculos biliares puede experimentar:

Dolor fuerte y seguido en el abdomen superior (Hipocondrio Derecho); este dolor puede propagarse al tórax, hombros y espalda y se confunde a veces con los síntoma de un ataque al corazón.

Indigestión, náuseas o vómito.

colangitis

pancreatitis

fistulas

perforacion

Dolor intenso de abdomen y sensibilidad al tacto en el lado derecho del abdomen cuando la vesícula biliar está inflamada.

Ictericia, escalofríos y fiebre cuando los cálculos biliares impiden el paso de la bilis.

Se observa que cuando el liquido queda obstruido puede haber un ataque de dolor. Este dolor en el abdomen, va en aumento, durando de una media hora hasta varias horas.

DIAGNOSTICO

La mayoría de los cálculos biliares pueden describirse mediante técnicas sencillas e indoloras. Los pacientes que se quejan de dolor abdominal o de malestar gastrointestinal reciben a menudo análisis específicos destinados a diagnosticar la presencia de cálculos.

Con frecuencia, basta una radiografía ordinaria del abdomen para descubrir los cálculos, sobre todo si son ricos en calcio.

Hay otra técnica más sensible, denominada, ultrasonografía, con la que se produce una imagen o fotografía de la vesícula y de los conductos biliares, permitiendo al médico determinar si hay algún cálculo presente, cualquiera que sea su clase. Este método es el que más se emplea, por no emitir radiaciones.

Una tercera técnica se denomina colecistografía y requiere la deglución previa de unas pastillas que contienen colorantes. El colorante pasa del torrente sanguíneo a la vesícula y pone de relieve el contorno de ésta de manera que puedan detectarse los cálculos mediante radiografía.
Cuando se sospecha la presencia de cálculos en los conductos biliares son necesarios procedimientos más complicados.
En la CPER (colangiopancreatografía endoscópica retrógrada) se introduce en el intestino delgado un tubo flexible que se pasa al conducto biliar; seguidamente se inyecta en los conductos un colorante y se toma una radiografía.
Cuando se emplea la técnica llamada CPT (colangiografía percutánea transhepática), se atraviesa el abdomen con una aguja muy delgada que se hace pasar hasta la red de conductos del hígado. Seguidamente se inyecta colorante y se toma una radiografía.

TRATAMIENTO

Aunque la vesícula biliar es un órgano importante, no es esencial para la vida, pero la Medicina China nos enseña que este órgano es de vital importancia para la salud de nuestro cuerpo. Muchos pacientes con cálculos biliares - o con complicaciones resultantes de tales cálculos - se someten a la extirpación quirúrgica de la vesícula (colecistectomía), operación sin  grave peligro que es una de las practicadas con mayor frecuencia en todo el mundo. En los Estados Unidos, se hace más de 500.000 veces al año. El riesgo quirúrgico aumenta con la edad y si el paciente padece otras enfermedades. Extraída la vesícula, la bilis fluye directamente del hígado al intestino delgado. El efecto sobre la digestión puede ser escaso o nulo. Sin embargo, en algunos pacientes es posible que no desaparezcan los síntomas de flatosidad, dolor, distensión por gases del abdomen, o náuseas. Hay un medicamento oral, el ácido ursodesoxicólico, que disuelve los cálculos de colesterol y en muchos casos puede usarse con seguridad y eficacia como substituto de la extirpación quirúrgica de la vesícula. El ácido ursodesoxicólico es un ácido biliar natural que reduce la concentración de colesterol en la bilis y que en mucho casos disuelve lentamente los cálculos, según el tamaño de éstos, en el plazo de 6 a 24 meses. En mi caso personal receto medicamentos homeopáticos complejos tipo purificadores y drenadores segun el cuadro clinico y aplico además cuando el caso amerita Terapia Neural teniendo resultados efectivo el 100%.

Numerosas personas que presentan cálculos de colesterol y en quienes no hay obstrucción alguna de los conductos de entrada o salida de la bilis en la vesícula, son susceptibles de tratamiento con ursodesoxicólico. El fármaco se tolera sumamente bien, siendo raros los casos observados de diarrea, que suele ser leve y pasajera. Ha sido ampliamente utilizado y ensayado en Europa, Asia y los Estados Unidos.

Otra posibilidad de sustituir la cirugía es la de valerse de la exploración con fines de investigación. La litotripsi por ondas de choque es una nueva técnica que utiliza ondas sonoras de origen externo para fragmentar finamente los cálculos biliares. Los fragmentos se disuelven después con el ácido ursodesoxicólico administrado por vía oral, si bien es posible que algunos cálculos pasen al exterior en forma espontánea.

Nada menos que la mitad de los pacientes que se sometieron a estos procedimientos no quirúrgicos - que dejan intacta la vesícula - no experimentaron reincidencia de cálculos al cabo de 5 años de observación. Entre los que sí tuvieron recidiva, sólo un pequeño porcentaje manifiesta sintomatología, según se desprende de un estudio reciente. Y para estos últimos, la repetición del tratamiento proporciona alivio.



sábado, 7 de mayo de 2011

VAGINITIS

      
Dr. Lorenzo Orellana Luna.- La vaginitis es un proceso inflamatorio de la mucosa vaginal que por lo general suele acompañarse de un aumento en la secreción vaginal. Dicha inflamación es causada principalmente por la alteración del equilibrio de la flora vaginal habitual que está presente en la vagina y cuya función es la de regular el pH vaginal y con ello la presencia de bacterias y otros microorganismos en el epitelio vaginal. La etiología más frecuente de este tipo de inflamación es la infecciosa y los síntomas más frecuentes el aumento de la secreción o flujo vaginal intenso (leucorrea) y el prurito genital.


SIGNIFICADO

La Vaginitis puede ser asintomática, pero usualmente lleva a prurito vaginal e inflamación significativa. Si la causa es dada por un organismo infeccioso como Chlamydia, la infección progresa a través del útero hacia la trompa uterina y los ovario. Una infección por Virus del Papiloma Humano (HPV) eventualmente puede incrementar el riesgo de carcinoma cervical. La vaginitis es el nombre dado a cualquier inflamación o infección de la vagina. Es un problema ginecológico común que afecta mujeres de todas las edades, casi todas las mujeres tendrán por lo menos una forma de vaginitis en el transcurso de sus vidas.



SINTOMAS

Una mujer con esta condición puede tener picazón o ardor y puede notar una descarga. En general, son síntomas de vaginitis:

Irritación y/o picazón del área genital.

Inflamación (irritación, enrojecimiento causadas por la presencia de células inmunitarias. adicionales) de los labios mayores, labios menores, o del área perineal.

Descarga vaginal.

Olor vaginal penetrante.

Incomodidad o ardor al orinar.

Dolor/irritación durante la relación sexual.

Flujo vaginal.


CAUSAS

Las causas pueden ser diversas, aquí se explican algunas de ellas:

1.- INFECCION:  Los tipos más comunes de vaginitis infecciosa se presentan en el 90% de todos los casos en las mujeres en edad reproductiva y están representados por la siguiente triada:

a). La vaginitis por Tricomonas causada por el parásito Trichomonas vaginalis (un protozoario), que, a diferencia de los otros tipos de vulvovaginitis, se transmite a través de infección vaginal. Los síntomas más característicos son una secreción vaginal de aspecto verdoso o amarillento con un olor desagradable, comezón intensa, ardor y enrojecimiento de los genitales y dolor durante el coito. Si no se trata puede afectar al cuello uterino.

b). La vaginitis por hongos, es llamada también candidiasis o moniliasis. La ocasiona el crecimiento excesivo de un hongo que normalmente está presente en la flora vaginal. La mayor parte de vaginitis por hongos son ocasionadas por la levadura Candida albicans, aunque también otras levaduras, como Candida glabrata, pueden ser el origen de la infección. Los síntomas más frecuentes son secreción vaginal lechosa espesa y comezón o ardor a veces muy intenso. También pueden presentarse dolor con el coito y lesiones vulvares de aspecto rojizo.

c)- La vaginitis llamada vaginosis bacteriana se produce por un desequilibrio de la flora vaginal en la que predominan bacterias como Gardnerella vaginalis en detrimento de Lactobacillus (bacilo predominante en situación normal). Se suele producir una secreción vaginal blanca o grisácea, con mal olor (típicamente se suele decir que huele a pescado podrido). En este tipo de vaginitis no suele haber dolor con el coito. Se conocen distintos factores de riesgo para la vaginosis bacteriana: tener nuevos o múltiples compañeros sexuales, el uso de dispositivo intrauterino, tener una pareja de sexo femenino, la edad temprana en el inicio de las relaciones sexuales y las duchas vaginales. A pesar de ello, no se considera una enfermedad de transmisión sexual.

La mayoría de la población femenina actual en el mundo sufrió o sufrirá de vaginitis en sus distintos grados y tipos y en algunos casos estas vaginitis serán causadas por más de un germen (infecciones mixtas).

Otras infecciones menos comunes son causadas por Gonorrea, Chlamydia, Mycoplasma, Herpes, Campylobacter y algunos parásitos.

 2.- HORMONAS: La vaginitis hormonal incluye la vaginitis atrófica usualmente encontrada en las mujeres postmenopáusicas o postparto. Algunas veces puede ocurrir en mujeres jóvenes antes de la pubertad. En estas situaciones el aporte de estrógenos a la vagina es pobre.


3.- IRRITACION / ALERGIA: La vaginitis irritante puede ser causada por alergias a los condones, espermicidas, jabones, perfumes, duchas vaginales, lubricantes y al semen. Este tipo también puede ser causado por bañeras calientes, abrasion, tejidos, tampones o medicamentos tópicos.


 4.- CUERPOS EXTRAÑOS: La Vaginitis por Cuerpos Extraños: Los cuerpos extraños (más comúnmente tampones o condones retenidos) causan descargas vaginales de mal olor. El tratamiento consiste en la remoción, para lo cual los fórceps en anillo podrían ser útiles. Los tratamientos adicionales no son requeridos.



 5.- PAPEL DE LAS  ITS: Las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) pueden ser una causa de descarga vaginal. Las pruebas para Chlamydia y gonorrea deben realizarse cada vez que una adolescente sexualmente activa manifiesta tener descarga vaginal incluso cuando el cérvix se observa normal.

 DESCARGA

El color de la descarga puede ser predictivo sobre el agente etiológico.

La Vaginitis por Candida o Candidiasis usualmente causa una descarga vaginal acuosa, blanca, similar a requesón. La descarga es irritante para la vagina y la piel circundante.

Las vaginitis atróficas (o "Vaginitis Seniles") usualmente causan una descarga vaginal escasa sin olor, vagina seca y relaciones sexuales dolorosas. Estos síntomas son debidos usualmente a hormonas disminuidas durante y después de la menopausia.

La Vaginitis Bacteriana por agentes como Gardnerella usualmente causa una descarga con un olor similar al pescado. Está asociada con prurito e irritación, pero no produce dolor durante las relaciones sexuales.

La Vaginitis por Trichonomas producida por Trichomonas vaginalis puede causar una descarga profusa con olor similar al pescado, dolor al orinar, relaciones sexuales dolorosas, e inflamación en los genitales externos.

El Herpes aparece usualmente como ampollas llenas de líquido sobre la región genital, cerca de una semana después de la infección. Hay hinchazón, glándulas inflamadas, y fiebre. Las ampollas son extremadamente dolorosas y sanan al cabo de unas tres semanas. Sin embargo, el herpes es usualmente una infección externa y no se encuentra en la categoría de las vaginitis.

Las mujeres que tienen diabetes frecuentemente desarrollan vaginitis, con frecuencia por Candida albicans más que las mujeres que no presentan la enfermedad.


DIAGNOSTICO

El diagnóstico de la infección suele ser rápido y sencillo. Además de referir los síntomas asociados a la infección, será suficiente para obtener el diagnóstico realizar una exploración ginecológica simple y tomar una muestra de secreción vaginal para observar en el microscopio y para determinar su pH. Otra técnica que se utiliza frecuentemente es el cultivo de dicha muestra.



 COMPLICACIONES INCOMODIDAD PERSISTENTE

Infección cutánea superficial (debido al rascado).

Complicaciones en la condición causal (como en la infección por Gonorrea y Candida).


TRATAMIENTO

Cuando se trata a una paciente, tenemos que evaluarla integramente, es decir, todas las funciones organicas, investigar por qué llego la infección, cual fué las causas que debilitó lor órganos sexuales. Personalmente activo estos órganos con las tomas via oral de unos spray de medicamentos sin efectos secundarios y luego aplico Terapia Neural con resultado 100% de efectividad.
 
El tratamiento también suele ser sencillo. En muchos casos podrá realizarse con óvulos o comprimidos de uso tópico (se insertan directamente en la vagina). En algunos casos es necesario el tratamiento con fármacos vía oral. Únicamente en el caso de la vaginitis por Trichomonas está indicado el tratamiento también a la pareja sexual de la paciente, acción que no se realiza en otros casos de vaginitis infecciosa.



Si una reacción alérgica está involucrada, un antihistamínico también podría ser prescrito. Para las mujeres que tienen irritación e inflamación causadas por niveles bajos de estrógenos (postmenopausia), una crema tópica con estrógenos de aplicación nocturna podría ser prescrita.





viernes, 22 de abril de 2011

INFECCIONES DE GARGANTA


I. INTRODUCCIÓN


Dr. Lorenzo Orellana.  El término de amigdalitis aguda engloba de manera inespécifica la

inflamación de la orofaringe y de las formaciones linfoides de la orofaringe, las

tonsilas o amígdalas palatinas, apareciendo habitualmente en la clínica en forma

de faringoamigdalitis aguda. El síntoma princeps de esta patología es la

odinofagia o dificultad para la deglución con dolor y sensación de

estrechamiento. Este síntoma, no obstante, es altamente inespecífico, apareciendo

igualmente en otras patologías del área rinofaríngea, desde las poco frecuentes

rinofaringitis aguda o epiglotitis, hasta cuadros tan presentes en nuestro medio

como las faringitis agudas o las esofagitis.

En el presente capítulo, haremos un breve repaso epidemiológico acerca de las

diferentes formas de amigdalitis y faringoamigdalitis aguda, así como de las

diversas formas clínicas, revisando los métodos diagnósticos y el tratamiento más

adecuado en cada caso.

II. EPIDEMIOLOGÍA:

Según la literatura consultada, la amigdalitis aguda supone el 1´3 de cada

100 consultas, suponiendo el 20% de las bajas laborales de los adultos. En los

EEUU supone aproximadamente 40 millones de consultas al año.

En cuanto a los facultativos que se encargan del diagnóstico y tratamiento de

las faringoamigdalitis, en el 93% de los casos son médicos generalistas,

facultativos de urgencias o médicos de familia, quedando tan sólo un 7% que se

reparten pediatras y otorrinolaringólogos con 5-6% y 1-3% respectivamente. Así

pues, es una patología en la cual los médicos de urgencia y atención primaria

deben tener un buen manejo diagnóstico y terapéutico.


III. FORMAS ETIOLÓGICAS DE AMIGDALITIS AGUDA:

III.1. Amigdalitis aguda Vírica:

Suponen más del 50% de los casos, tanto en población infantil como adulta.

La distribución de los diferentes tipos de virus, excluyendo la Mononucleosis

infecciosa, Herpes simple 12´9%, virus Influenza 5´2%, Coxsackie 3´9%,

Parainfluenza 3´72%, Adenovirus 2´7%, virus no identificado 7´1%, asociación

de dos virus 2´3% (datos del estudio epidemiológico de Evans y Dick del año

1964). El virus de Ebstein-Barr, causante de la faringoamigdalitis de la

Mononucleosis infecciosa, supone un 7% de los casos.

III.2. Amigdalitis aguda bacteriana:

Dentro de este grupo, podemos hacer tres subgrupos: anginas por

estreptococo beta-hemolítico del grupo A, por estreptococo beta-hemolítico del

grupo no A, y por otras bacterias no estreptocócicas.

Sobre las anginas por estreptococo beta-hemolítico del grupo A, debemos

destacar que son las más frecuentes dentro de las bacterianas, con una frecuencia

en el adulto de entre un 20 al 40% y en el niño del 5 al 15%, sí bien su pico de

máxima incidencia esta entre los 5 y 10 años. No obstante, no debemos por dar

como positivo para infección por este tipo de bacteria a cualquier infección

faringoamigdalar, pues recordemos que alrededor del 3% de los adultos y el 5-

15% de los niños pueden mostrar frotis faríngeo con crecimiento positivo para

estreptococo beta-hemolítico del grupo A en ausencia de patología. Por otra

parte, reseñamos aquí las posibles complicaciones post-infecciosas no supurativas

de las infecciones post-estreptocócicas de este grupo, como son: Fiebre

reumática, Glomerulonefritis aguda y Corea de Syndeham.


En cuanto a las faringoamigdalitis estreptocócicas del grupo no A, es difícil saber

la prevalencia en la literatura existente, aunque lo que sí parece claro es que son

sobre todo frecuentes en el adulto. Los grupos estreptocócicos más habituales son

B, C o G.

En último término tenemos las anginas bacterianas causadas por gérmenes no

estreptocócicos. Su prevalencia es mucho más baja, y podemos encontrar:

Haemophylus influenzae, Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae,

Pseudomona spp, Neisseria meningitidis, Chlamydia trachomatis, Chlamydia

pneumoniae, etc.

IV. FORMAS CLINICAS DE FARINGOAMIGDALITIS AGUDA:

descripción, diagnóstico y tratamiento.

Nombraremos la serie de formas clínicas que se describirán a continuación:

Amigdalitis eritematosas y eritematopultáceas, amigdalitis ulcerosas y

ulceronecróticas, amigdalitis pseudomembranosas y formas vesiculosas. De cada

una de éstas, se detallarán los datos clínicos característicos de la exploración

clínica, los puntos clave en su diagnóstico y el tratamiento más adecuado, ME ADELANTO, TAMBIEN EMPLEO TERAPIA NEURAL CON EFECTO 100% DE EFECTIVIDAD, APLICANDO NEURALTERAPEUTICO EN LOS POLOS AMIGDALARES QUE SON INDOLORAS.

IV.1. Amigdalitis eritematosas y eritematopultáceas:

Es la forma clínica más frecuente, representando alrededor del 90% de las

faringoamigdalitis que trataremos en la práctica clínica.

El motivo de consulta del paciente, tanto en el servicio de urgencias como en

la consulta de atención primaria, es, en primer lugar, el dolor faríngeo, que se

describe por parte del paciente como escozor, dolor al tragar (odinofagia),

sensación de opresión faríngea. Otros síntomas acompañantes suelen ser la

otalgia refleja, uni o bilateral, la dificultad para la alimentación por la disfagia6

odinofagia y síntomas generales constitucionales, como astenia en grado variable.

La fiebre es también frecuente, aunque la cuantía de la misma es bastante variable

dependiendo del individuo, siendo más elevada en población infantil y

adolescente. En niños puede aparecer de forma prodrómica sintomatología

digestiva: diarrea, nauseas, vómitos.

En casos muy poco frecuentes, sobre todo en población infantil y adolescente

que presentan amígdalas palatinas extravélicas e hipertróficas, se puede dar un

cuadro de disnea orofaringea que puede requerir, desde el ingreso hospitalario

para tratamiento y vigilancia de su evolución, hasta medidas más agresivas para

liberar la vía aérea orofaríngea, que pueden ir desde amigdalectomía urgente

hasta traqueotomía de extrema urgencia.

Los hallazgos exploratorios clásicos nos darán el diagnóstico. La exploración

se inicia por la palpación cervical, donde podremos encontrar adenopatías

satélites uni o bilaterales en el área yugulodigástrica de forma más frecuente, de

carácter inflamatorio (móviles, dolorosas al tacto, bien delimitadas). Seguimos

con el examen orofaríngeo, donde podemos encontrar las amígdalas palatinas con

el aspecto que se describen en los tratados clásicos de ORL, haciendo distinción

de dos formas patológicas en las amigdalitis eritematopultáceas: las “anginas

rojas” y las “anginas blancas”. Las “anginas rojas” son la forma eritematosa de la

faringoamigdalitis, en donde se aprecia una mucosa orofaríngea de coloración

rojo intenso, reseca, y las amígdalas palatinas también se ven del mismo color,

presentando un aspecto edematoso e hipertrófico. Las “anginas blancas” son la

forma pultácea o eritematopultácea de la faringoamigdalitis, la exploración de la

cual es la misma que en la forma eritematosa, pero además, se aprecian placas

blanquecinas purulentas que recubren la superficie de las amígdalas palatinas.

En cuanto a la etiología microbiológica y al tratamiento de la amigdalitis

eritematopultácea, puede tratarse de infección vírica o bien estreptocócica, de


forma más frecuente. Clásicamente, los datos que nos orientarán hacia una

infección estreptocócica, son la aparición brusca del cuadro, con adenopatías

típicamente subdigástricas, intensa odinofagia, y ausencia de otros síntomas tipo

coriza o de irritación laringotraqueal. Debemos pensar en una etiología viral, ante

cuadros de aparición más insidiosa, con síntomas más generales en cuanto a la

afectación de la esfera ORL, como son rinorrea acuosa, tos o ronquera, febrícula

y poliadenopatías (caso de mononucleosis infecciosa) o bien ausencia de

adenopatías.

En la mayoría de los casos, tendremos suficiente para el diagnóstico con los

datos de la historia clínica y la exploración física cuidadosa. En algunos casos

especiales, como sospecha de agranulocitosis o leucosis aguda de base, cuadros

que presenten alguna complicación supurativa locorregional, o sospecha de

síndrome mononucleósico, se practicará un hemograma y una analítica con

pruebas bioquímicas de urgencia. Otras pruebas, como las serologías para la

detección de mononucleosis o anginas herpéticas o sífilis faríngea no son útiles

en el servicio de urgencias a la hora de tratar a paciente debido a la demora de los

resultados. Con relación a otras técnicas diagnósticas como las pruebas de

detección rápida del estreptococo del grupo A, la detección de anticuerpos

antiestreptocócicos o los cultivos de muestras faríngeas, la aplicación es

controvertida. La eficacia diagnóstica de las pruebas de detección rápida del

estreptococo del grupo A, parece probada, y en algunos países como EEUU se

utiliza ampliamente para evitar el consumo inadecuado de antibióticos en caso de

error diagnóstico, pero el gran problema en nuestro sistema sanitario es que no

está sufragada por la seguridad social, con lo cual su uso es minoritario. Por otra

parte, debemos recordar que los cultivos faríngeos no nos permiten diferenciar el

portador sano del enfermo en caso del estreptococo del grupo A, con lo cual no se

utilizaran de forma sistemática en la práctica clínica, tan sólo ante la sospecha de


aparición de complicación no supurativa de amigdalitis por estreptococo del

grupo A (fiebre reumática o glomerulonefritis aguda), sospecha de escarlatina o

en otro tipo de amigdalitis que luego comentaremos como son la amigdalitis

ulceronecrótica o pseudomembranosa. Por último, comentar que la detección de

anticuerpos antiestreptocócicos no está indicada en la angina aguda, pues la

elevación de los ASLO alcanza su nivel máximo tras 3 a 5 semanas pasadas las

anginas agudas, con lo cual no son útiles para decidir la conducta terapéutica a

seguir.

En cuanto al tratamiento de la faringoamigdalitis eritematopultácea aguda,

va a perseguir los siguientes objetivos, por un lado el alivio sintomático del

paciente, por otro evitar las complicaciones tanto locorregionales supurativas

como no supurativas sistémicas (tipo fiebre reumática o glomerulonefritis aguda)

y por último evitar la diseminación del estreptococo del grupo A.

Las recomendaciones generales de la bibliografía consultada, son las

siguientes: No se deben utilizar: asociación de aminopenicilina y betalactamasas,

fluorquinolonas sistémicas, y cefalosporinas de segunda y tercera generación. En

cuanto al tratamiento de elección, la penicilina sigue siendo el tratamiento

princeps de la angina aguda, tanto en su forma G (i.m) como V(v.o). La

penicilina V se administrará a razón de 50000 a 100000 Ui/kg/día en el niño y de

2 a 4 millones Ui/día en el adulto, administrándola en dos o cuatro tomas, sin

variación por ello de la eficacia. La duración del tratamiento será de 10 días. En

caso de que se use la penicilina G, se pueden administrar 1 millón de Ui de

penicilina G retardada/ i.m/ día durante 5 días o 1 millón Ui cada 12 horas de

penicilina G/i.m/ día, también durante 5 días. En los estudios realizados, la

amoxicilina tiene una eficacia equivalente a la penicilina V, en dosis de

50mg/kg/día en el niño y 2gr/día en el adulto, en dos tomas, con una duración

media de 6 días. En lo que hace referencia al papel de las cefalosporinas, no es


recomendable el uso de las de 2ª y 3ª generación como primera elección por el

riesgo ecológico y microbiológico que esto puede conllevar, e incluso en algunos

países no se comercializan para el tratamiento de la amigdalitis aguda. Podemos

usar cefalosporinas de 1ª generación, pero deberán usarse en pautas de 10 días,

por lo que será más caro e igualmente eficaz que los tratamientos con penicilina.

En pacientes alérgicos a los betalactámicos, el antibiótico de elección son los

macrólidos, especialmente los nuevos como la claritromicina, la cual ha

demostrado una eficacia frente a estreptococo del grupo A igual o superior a

penicilina V.

De forma concomitante al tratamiento antibiótico, debemos asociar un

tratamiento sintomático para alivio de las molestias orofaríngeas y la fiebre.

Inicialmente, debemos administrar un analgésico-antipirético tipo paracetamol,

ibuprofeno, aspirina. Si es preciso, lo asociaremos a un antiinflamatorio,

asociándolo si es posible siempre a un protector gástrico.

También son de utilidad los productos de uso local que tienen efecto anestésico o

antiinflamatorio. Recomendaremos como medida general durante las primeras

48-72 horas una dieta de fácil masticación e incluso líquida a temperatura

templada-fría.

IV.2. Amigdalitis ulcerosa y úlcero-necrótica.

En este tipo de amigdalitis el motivo de consulta es el mismo que en la

amigdalitis clásica: la odinofagia. A la exploración se caracteriza por la presencia

de unas amígdalas edematosas, congestivas, que presentan una ulceración, uni o

bilateral, que se ve como una solución de continuidad que puede delimitarse a la

amígdala como tal o bien invadir los territorios circundantes, abarcando los

pilares amigdalinos, la faringe posterior o el paladar blando, y que

característicamente está recubierta por un exudado blanquecino-grisaceo.


Es importante para el diagnóstico etiológico intentar delimitar el lugar de

afectación, el carácter uni bilateral, y la dureza o elasticidad del territorio afecto

a la palpación. También deberemos realizar una palpación cervical cuidadosa a la

búsqueda de adenopatías, y si las hay, describir las mismas haciendo referencia a

su localización, tamaño, dureza, fijación a planos profundos, movilidad o dolor a

la palpación.

La etiología clásica de la angina úlcero-necrótica es la Angina de Vincent o

angina fusoespirilar, y es una amigdalitis úlcero-necrótica unilateral. El motivo de

consulta es odinofagia, febrícula y una marcada astenia que aparecen típicamente

en un adulto joven. A la exploración cervical aparece una adenopatía inflamatoria

unilateral satélite, y en orofaringe, además de la descripción de la lesión

amigdalar, vemos una boca séptica y un aliento intensamente fétido. Es

importante la palpación de la amígdala en donde asienta la úlcera, pues su

consistencia será blanda y elástica, a diferencia de las ulceraciones de origen

maligno.

Para confirmar el diagnóstico, además de la exploración, podremos realizar

un examen directo del frotis faríngeo que nos confirmará la presencia de la

asociación de una bacteria anaerobia, el bacilo fusoespirilar de Plaut-Vincent o

Fusobacterium necrophorum, y una bacteria treponémica como Treponema

vincentii.

Como complicación de la Angina de Vincent, puede tener el llamado

Síndrome de Lemierre o Tromboflebitis séptica de la yugular, con embolización

séptica en el pulmón, que se presenta de forma excepcional.

El tratamiento de la Angina de Vincent es la penicilina, G o V, que se puede dar

sola o en asociación con metronidazol.

Otras causas de amigdalitis úlcero-necrótica unilateral son: el cáncer de

amígdala, y el chancro sifilítico. El cáncer de amígdala lo debemos sospechar en


un individuo con antecedentes de hábito tabáquico y alcohólico importantes de

años de evolución, y con historia de odinofagia que puede ir acompañada de

hematemesis y cuadro constitucional. La palpación cervical debe ser muy

cuidadosa para detectar posibles metástasis cervicales. A la exploración

orofaringea, veremos desde una simple ulceración localizada en una amígdala,

que tiene la particularidad de estar indurada a la palpación, con sensación de

infiltración y ser fácilmente sangrante al tacto, hasta lesiones ulcerosas

diseminadas por los territorios orofaríngeos adyacentes o bien tumoraciones

excrecentes. El diagnóstico se confirmará con biopsia y estudio

anatomopatológico.

El chancro sifilítico de localización amigdalar, lo veremos como una úlcera

amigdalar poco profunda pero de consistencia leñosa a la palpación. Para el

diagnóstico, tomaremos muestras faríngeas y realizaremos serologías específicas.

Ante una amigdalitis úlcero-necrótica con lesiones bilaterales, se deberá

realizar un hemograma de urgencias para descartar una agranulocitosis o una

leucosis aguda.

IV.3. Amigdalitis pseudomembranosa:

El motivo de consulta será el mismo que para el resto de las formas de

faringoamigdalitis aguda, por lo que en los siguientes tipos de amígdalas no lo

reseñaremos de nuevo: la odinofagia intensa.

A la exploración orofaríngea, las amígdalas estarán recubiertas por un

exudado blanquecino espeso, homogéneo, de coloración grisácea, que puede

confinarse a las amígdalas o bien cubrir de forma variable las estructuras

circundantes como pilares amigdalinos, velo del paladar o mesofaringe. A la

palpación cervical, las adenopatías aparecerán de forma variable en cuanto a

localización y tamaño en función de la etiología.


El diagnóstico diferencial de la faringoamigdalitis pseudomembranosa deberá

plantearse entre mononucleosis infecciosa y difteria. Esta última, aunque es

excepcional en nuestro medio, no debe despreciarse como posibilidad diagnóstica

debido a su gravedad.

Debemos pensar en la posibilidad de infección por Corynebacterium

pneumoniae, ante un adulto joven desarrollado en un ambiente social en el que

exista la posibilidad de una vacunación defectuosa frente a la difteria durante su

infancia, o bien, si existen antecedentes de viajes recientes a países donde esta es

endémica. El motivo de consulta es un cuadro insidioso, con alteración del estado

general, odinofagia intensa con disfagia y fiebre que no suele sobrepasar 38º-

38.5º C. A la palpación cervical, se aprecian adenopatías subángulomandíbulares

de tamaño variable, dolorosas al tacto y de características inflamatorias. La

exploración orofaríngea clásica resalta la presencia de un exudado espeso,

blanquecino-nacarado, homogéneo y confluente, firmemente adherido a

amígdalas, úvula, pared posterior faríngea y pilares amigdalinos. Esta

pseudomembranas no se desprenden al tacto con el depresor. El cuadro

orofaríngeo se suele acompañar de rinorrea mucopurulenta característicamente

unilateral. Serán signos de gravedad la aparición de los siguientes signos y

síntomas: voz áfona y tos ronca que evidenciaran afectación intralaringotraqueal,

regurgitaciones nasales y rinolalia que nos indicaran afectación neurológica con

parálisis velopalatina, trastornos del ritmo cardiaco por lesión miocárdica. La

aparición de estos signos nos puede indicar la necesidad de ingreso en unidad de

vigilancia intensiva y ventilación mecánica. Ante cualquier faringoamigdalitis

pseudomembranosa con signos de gravedad o con sospecha de difteria,

deberemos solicitar hemograma urgente y analítica de parámetros bioquímicos

básicos, así como examen directo urgente de frotis faríngeo para descartar la

presencia de corinebacterias. Posteriormente, el examen en fresco deberá ser

confirmado por cultivo faríngeo en medio de Loeffler. Es conveniente realizar

también una prueba de Paul-Bunnell urgente para descartar la mononucleosis

infecciosa.

El otro cuadro clínico a considerar ante una faringoamigdalitis

pseudomembranosa es la mononucleosis infecciosa. Debemos pensar en el ante

un adolescente o adulto joven (máxima incidencia entre 15-25 años), que presenta

un cuadro de odinofagia prolongada, alrededor de 2-3 semanas, acompañado de

intensa astenia y alteración del estado general, con fiebre moderada, que ha

persistido pese a tratamiento antibiótico instaurado por su médico, y que en

algunos casos de tratamiento con amoxicilina ha presentado un rash cutáneo

característico. A la exploración cervical nos llaman la atención las adenopatías

características de gran tamaño, bilaterales, muy dolorosas, y que aparecen

típicamente en el área espinal. La exploración orofaríngea, nos muestra una

orofaringe edematosa, enrojecida y reseca, que puede presentar de forma típica

púrpura del velo del paladar. Las amígdalas pueden presentar pseudomembranas

grisáceas que las recubren, pero que no suelen extenderse a úvula o pilares

amigdalinos. En la mononucleosis infecciosa también podemos observar

amigdalitis eritematopultácea. Ante la sospecha diagnóstica de mononucleosis

infecciosa, se debe ampliar la exploración física a otras áreas corporales que nos

permitan descartar complicaciones sistémicas, como esplénicas, cardiacas,

hepáticas o respiratorias bajas. Se realizan las siguientes técnicas diagnósticas

para confirmar el cuadro etiológico y descartar complicaciones: hemograma y

analítica bioquímica básica, frotis faríngeo con examen directo urgente para

descartar la presencia de corinebacterias, serología urgente mediante prueba de

Paul-Bunnell, que podemos confirmar mediante serología específica para el Virus

Ebstein Barr.


En cuanto al tratamiento de las formas pseudomembranosas de amigdalitis, en

caso de confirmación de difteria, se debe realizar el ingreso hospitalario urgente,

e iniciar el tratamiento lo antes posible con seroterapia con suero antidiftérico

purificado con dosis de 20000 a 40000 ui según método de Besredka, al que se

añade tratamiento con penicilina endovenosa a las dosis habituales. Se deben

incluir medidas de aislamiento del enfermo, declaración obligatoria de

enfermedad y profilaxis del entorno, tratando con penicilina a todos los contactos

con faringitis o frotis faríngeo positivo y vacunando a los contactos no

vacunados, a los que igualmente se les administrará una dosis de suero

antidiftérico. A los contactos vacunados hace más de un año, se les suministrará

una dosis de recuerdo.

El tratamiento de la mononucleosis infecciosa, en ausencia de signos de

gravedad local o sistémica, es ambulatorio y sintomático, con analgésicos

antipiréticos comunes. En caso de astenia muy intensa, o amigdalitis obstructiva,

se ingresará de forma urgente y se realizará tratamiento con corticoterapia

sistémica. En caso de signos analíticos o exploratorios que indiquen

complicaciones sistémicas, también se procederá al ingreso hospitalario para

control de evolución y tratamiento. En caso de signos de sobreinfección

bacteriana de las lesiones orofaríngeas, se pautarán antibióticos sistémicos,

evitando amoxicilina.

IV.4. Faringoamigdalitis vesiculosas:

Estos cuadros tienen una etiología vírica y en sujetos sanos tienen una

evolución muy favorable. El motivo de consulta suele ser, más que la odinofagia

como en el resto de las amigdalitis, el dolor difuso de la mucosa orofaríngea

debido a lo disperso de las lesiones por la misma, por lo que se pueden considerar

cuadros más puramente orofaríngeos que amigdalares.


A la exploración se aprecian vesículas y ulceraciones poco profundas, resultado

de la ruptura de las vesículas, más o menos dispersas por la mucosa oral y

faríngea según la etiología, y más o menos aisladas. A menudo, lo que se observa

de manera más frecuente son las ulceraciones, pues las vesículas aparecen al

inicio del cuadro y suelen permanecer intactas pocas horas o días.

Los cuadros clínicos en los que pueden aparecer de forma clásica son la

herpangina y la primoinfección herpética, ambos típicos de la edad infantil.

El cuadro característico de la Herpangina, secundaria al virus Coxsackie A,

lo veremos en un niño de 1 a 8 años, preferiblemente en primavera verano, y

existirán antecedentes de cuadros similares en el medio de vida del niño. El

cuadro de debut será un cuadro febril con fiebre elevada, acompañado de dolor

faríngeo y odinofagia, el niño se negará a comer y beber. A la exploración

apreciamos vesículas y ulceraciones sobre el velo del paladar y los pilares,

respetando típicamente la mucosa bucal. Evoluciona espontáneamente hacia la

curación con tratamiento sintomático. Algunos tipos de virus Coxsackie A (a5,

A10, A16), producen el llamado “Síndrome boca-mano-pie”, con asociación de

vesículas en palmas y plantas a la faringitis vesiculosa; tiene el mismo buen

pronóstico que la herpangina clásica.

La primoinfección herpética, suele aparecer en la edad infantil, de 1 a 4 años,

y menos frecuentemente en el adulto joven, debutando en forma de faringitis

vesiculosa o bien de gingivoestomatitis herpética. El cuadro clínico es muy

llamativo, con inicio brusco de odinofagia que puede ser tan intensa que impida

la alimentación y fiebre variable. A la exploración, se aprecian vesículas y

ulceraciones que abarcan desde la mucosa de los labios, mucosa gingival y yugal,

hasta las amígdalas, el paladar blando y los pilares amigdalinos. El cuadro clínico

es bastante claro como para realizar el diagnóstico con la historia clínica y la

exploración, sin necesidad de realizar serologías específicas. La evolución es

excelente con tratamiento sintomático y el pronóstico muy favorable,

exceptuando los casos en los que afecte a sujetos immunodeprimidos por

cualquier causa. Sólo en estos casos se deberían realizar tratamientos específicos

con antivirales, previo ingreso hospitalario para control de evolución.

V. COMPLICACIONES DE LA FARINGOAMIGDALITIS AGUDA:

Las complicaciones de las faringoamigdalitis aguda las podemos clasificar de

forma muy general en supurativas y no supurativas.

Dentro de las complicaciones supurativas locorregionales, tendremos el flemón

periamigdalino, el absceso periamigdalino, y el absceso laterofaringeo preestíleo

o retroestíleo. Deberemos sospechar la aparición de cualquiera de estas

complicaciones ante un paciente con antecedentes de faringoamigdalitis no

tratada o bien con pobre respuesta al tratamiento instaurado, que presenta

empeoramiento de su estado general, aumento de la fiebre, y que de forma

característica inicia la dificultad moderada o absoluta para la apertura de la boca,

el trismus. Además el paciente manifiesta dificultad total o absoluta para la

deglución e incluso, según la extensión hacia regiones cervicales adyacentes,

disnea alta, síntoma de gravedad extrema en caso de aparición, con necesidad de

actuación quirúrgica urgente. Si conseguimos visualizar la orofaringe, se aprecia

abombamiento variable de un pilar amigdalino, con posible visualización de

contenido purulento en su interior o aspecto flemonoso, y lateralización de la

úvula hacia el lado contrario. A la palpación este pilar puede apreciarse indurado

o fluctuante, según el grado de abscesificación. En el cuello, según el grado de

extensión, podemos encontrar desde una zona de piel normal dolorosa a la

palpación e indurada, hasta celulitis cervical más o menos extensa con

tumoracíon variable laterocervical, lo que nos hará sospechar la presencia de un


absceso parafaríngeo más o menos extenso. Ante la aparición de cualquiera de

estos síntomas, se debe realizar el ingreso hospitalario urgente para

antibioterapia sistémica de amplio espectro y corticoterapia, así como para

realizar las actuaciones quirúrgicas que sean precisas, y que pueden abarcar desde

el simple drenaje de una colección purulenta en el pilar amigdalinos afecto, hasta

la cervicotomía amplia para drenaje de colecciones cervicales extensas, que

incluirá la traqueotomía reglada profiláctica.

Podemos considerar también como complicación locorregional supurativa, la

trombosis séptica de la vena yugular interna o Síndrome de Lemierre, que puede

aparecer en la angina de Vincent o úlceronecrótica unilateral.

Dentro de las complicaciones no supurativas, tenemos las locorregionales y

las sistémicas. Consideramos complicación locorregional no supurativa la

presencia de una amigdalitis hipertrófica que cause obstrucción de la vía aérea

orofaríngea, y que precise de ingreso hospitalario para corticoterapia y control de

evolución, pudiendo precisar en casos extremos y poco frecuentes la

traqueotomía de urgencia o la amigdalectomía urgente.

Las complicaciones no supurativas sistémicas son las clásicas tras la

faringoamigdalitis por estreptococo del grupo A: fiebre reumática,

glomerulonefritis aguda y, más raramente, corea de Syndeham.